Guerra mediática contra Cuba

Desde hace más de seis décadas, Cuba ha sido el centro de una intensa guerra mediática que busca socavar su sistema político, económico y social. Este fenómeno, impulsado principalmente desde el extranjero, no solo ataca la legitimidad de la Revolución, sino que también intenta influir en la percepción internacional de la isla y fomentar el descontento interno.

En la actualidad, ha adquirido nuevas dimensiones debido al auge de las redes sociales y el acceso masivo a Internet.

En los últimos años, estas se han intensificado y buscan desacreditar los logros de la Revolución Cubana. Por ejemplo, durante la pandemia de COVID-19, se difundieron noticias falsas sobre la gestión sanitaria del país, a pesar de los reconocidos avances de Cuba en la biotecnología y la creación de vacunas como Abdala y Soberana.

Asimismo, las plataformas digitales han sido utilizadas para amplificar narrativas negativas. Campañas como "SOS Cuba" se viralizaron en momentos críticos, muchas veces apoyadas por bots y cuentas automatizadas que simulan un descontento masivo. Estas estrategias buscan generar caos y desconfianza en el gobierno cubano.

Los desafíos económicos, exacerbados por el bloqueo estadounidense, son utilizados como base para construir narrativas de crisis permanente. Se presentan problemas reales, pero se exageran o se descontextualizan para fomentar el desaliento y la división.

Cuba ha apostado por un sistema de medios para contrarrestar las campañas de desinformación. Estos medios no solo informan sobre la realidad cubana, sino que también desmienten noticias falsas.

En un contexto donde la información circula rápidamente, la educación mediática se ha convertido en una herramienta clave. Cuba ha impulsado programas para que la población pueda identificar noticias falsas y comprender el impacto de las campañas mediáticas.

A través de iniciativas como la invitación a periodistas internacionales y la participación activa en foros globales, el gobierno cubano busca mostrar su realidad desde una perspectiva propia, desafiando las narrativas impuestas por los grandes medios de comunicación.

La guerra mediática no solo afecta la percepción externa de Cuba, sino que también tiene un impacto psicológico en la población. Sin embargo, el pueblo cubano ha demostrado una notable capacidad de resistencia, basada en la unidad, la solidaridad y el acceso a la educación y la cultura.

El desafío actual radica en adaptarse a la era digital, donde las campañas de desinformación son más sofisticadas y difíciles de detectar. Cuba debe continuar fortaleciendo sus estrategias de comunicación y promoviendo una narrativa que refleje su realidad de manera auténtica y transparente.