Cuba: Mestizaje y la Batalla contra la Discriminación Racial
Desde tiempos inmemoriales el término negro ha adoptado numerosas connotaciones que van desde lo positivo a lo negativo, según la percepción de cada cual.
Si hablamos de color, pertenece al grupo de los ocho colores elementales, incluidos rojo, verde, amarillo, azul, cian, magenta y blanco, que corresponden a las formas extremas de recepción del ojo. A su vez, el negro es la ausencia de luz y de ninguno de los tres colores primarios.
Para las ancestrales culturas de Oriente el color negro no representa un elemento funesto o maléfico, sino que se asocia al mundo femenino y la tierra, expresado en el símbolo del Ying de color negro.
Y si se refiere a las emociones simboliza poder, fuerza, misterio, autoridad y elegancia. Asimismo, cuenta con connotaciones negativas como miedo, muerte, maldad, vacío y rebelión.
En el caso específico de la raza, que en el lenguaje coloquial se habla de raza blanca, negra y amarilla aún es necesario normalizar y mencionar la palabra negro como algo común, sin que algunos insistan en hallar categorías dentro de este.
A menudo escuchamos frases como “Hay negros de clase y clases de negro”, cuando el primero es inteligente, tiene buenos modales u ocupa cargos importantes y el otro es todo un desastre.
"Si ves un negro con dinero, es músico o deportista", “el negro si no la hace a la entrada la hace a la salida” y entre la más radicales, “Negro, ni los zapatos”.
La clasificación racial es totalmente subjetiva, la especie humana es una sola, las diferencias no son biológicas, son genéticas y las que tienen que ver con el color de la piel tienen una proporción ínfima en cuanto a la constitución genética de los seres humanos, no llega ni siquiera al 0, 5 porciento, además de que el color de la piel, los atributos del pelo, las formas de las facciones --sobre todo las del rostro--, son un resultado totalmente accidental y dependiente de las inimaginables combinaciones que pueden hacer los genes de dos personas, apuntó la investigadora Zuleika Romay Guerra.
Por su parte, Rolando Rensoli Medina, vicepresidente de la Comisión Aponte de la Uneac, explicó que está comprobado en la biología que no existen razas en la especie humana. “Raza humana y especie humana son sinónimos, somos una especie unirracial”, dijo.
Para Rensoli, “no existen razas en el ser humano, y si no existen razas en el ser humano, no debería existir toda una concepción sobre racismo y discriminación racial. Tendríamos que hablar ahora de discriminación por el color de la piel, por rasgos físicos.
Ahora que ocurre que el término raza sí tiene una significación social atribuida desde el siglo XVII en adelante y consolidada científicamente en el siglo XIX para tratar de relacionar características culturales, modos de comportamiento, referencias culturales, desarrollo civilizatorio, y asociarnos al color de la piel de la persona, recalcó Romay Guerra. Agregó, además, que el término hoy en su utilización lo que alude es precisamente a esa visión inferiorizante de las personas en función del color de la piel.
El poeta cubano Nicolás Guillén lo inmortalizó en sus versos. Al negro de negra piel la sangre al cuerpo le baña, la misma sangre corriendo hierve bajo carne blanca. ¿Quién vio la carne amarilla cuando las venas estallan, sangrar sino con la roja sangre con que todos andan?
La constitución cubana proscribe y sanciona la discriminación por motivo de sexo, raza, origen nacional, creencias religiosas y cualquier otra lesiva a la dignidad humana. En su artículo 42 se proclama que todas las personas son iguales ante la ley, reciben la misma protección y trato de las autoridades y gozan de los mismos derechos, libertades y oportunidades…. Todas tienen derecho a disfrutar de los mismos espacios públicos y establecimientos de servicios. Asimismo, reciben igual salario por igual trabajo, sin discriminación alguna. La violación del principio de igualdad está proscrita y es sancionada por la ley.
A pesar de la puesta en marcha de estas leyes, aún persisten en nuestra sociedad las secuelas de un pasado eminentemente racista. La investigadora Zuleika Romay lo ha explicado desde la perspectiva de una ciudad rodeada por tres anillos, los cuales serían necesarios dinamitar.
En la lucha contra los prejuicios raciales y la discriminación, usted tiene que tomar un centro, que es nuestro ideal de sociedad, donde las relaciones sociales estén totalmente desracializadas y donde no tenga ninguna importancia cuál es el color de la piel, especificó la premio Casa de las Américas.
“El primer anillo exterior está representado por la estructura social y gubernamental junto a las acciones, leyes y programas que este proyecta para eliminar el problema. Bueno, ese anillo, la revolución lo derribó en los primeros dos años de vida en que desmontó toda la institucionalidad burquesa. Se hicieron nuevas leyes, se abrieron los espacios sociales racializados, se quitaron los privilegios de la burguesía y se reivindicó la herencia africana”.
“Hay un anillo intermedio que tiene que ver con la cultura”, el cual es el que hoy nosotros estamos tratando de desterrar, es decir todas las lacras y todos los lastres culturales que no nos permiten asumirnos como cubano en nuestra diferencia, pero también en nuestra unidad”, precisó.
“Y siempre queda un tercer anillo- catalogado por la investigadora como el más difícil de desterrar, porque es a lo interno de cada familia, cada hogar- que es el legado psicológico de nuestra herencia colonial, el cual ha estipulado qué cualidades hay que tener para ser lindo y cuáles son las que te hacen irreversiblemente feo, detalló.
En 65 años de Revolución, mucho se ha hecho en favor de la plena igualdad de todas las personas. EL 21 de noviembre del 2019, el Consejo de Ministros aprobó un programa nacional contra el racismo y la discriminación racial, reflejo de la voluntad política y el compromiso con la construcción de una sociedad socialista cada vez más justa e inclusiva. En su diagnóstico dicho programa arrojó cuestiones medulares de cómo se presenta este fenómeno.
En un tema tan subjetivo como este lo primero a resaltar es que Cuba es un pueblo mestizo, o mejor, “un ajiaco, que se cuece con la mezcla”, como nos definiera el etnólogo Fernando Ortiz.
Entonces, ¿por qué atribuirle cualidades a las personas en dependencia del color de su piel? ¿Por qué temer a decir negro y utilizar en su lugar frases como él es de color? Sin darnos cuenta, utilizamos expresiones que enmascaran rezagos racistas, dividiendo a las personas según tonalidades o gamas de color.
La principal batalla es educativa cuando se habla de desracializar la sociedad cubana actual. Es esencial identificar las causas de la discriminación; diagnosticar las posibles acciones a desarrollar por territorio y área de la sociedad; divulgar y visibilizar nuestra herencia africana; y fomentar el debate público sobre la problemática racial, así como su presencia en los medios de comunicación.
Inculcar valores que se identifiquen con la transformación mental, el entendimiento de lo que somos y de cómo lo proyectamos hacia las nuevas generaciones, contribuirá a seguir conformando la identidad de la Mayor de las Antillas y a asumirnos en ese “color cubano”, definido por Nicolás Guillén como “aquel que no tiene de congo tiene de carabalí”.
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