
Coraje y determinación en momentos difíciles
Cuando más recias son las adversidades, más admirable es la entrega de quienes ponen manos, corazón y vida por el bien común.
En los últimos días, un grupo de valientes se ha convertido en sinónimo de esperanza. Personas que han sacado el extra, venciendo el cansancio y las limitaciones, apostando por el conocimiento, la innovación y la creatividad en el empeño de cumplir una gran misión: restablecer el Sistema Electroenergético Nacional (SEN).
El viernes 18 de octubre a las 11:00 a.m., la salida inesperada de la central termoeléctrica (CTE) Antonio Guiteras, ubicada en Matanzas, provocó la desconexión total del SEN.
Antes de este incidente, la realidad ya era compleja, marcada por las carencias. La situación energética se había agravado por averías en las termoeléctricas. A esto se suma la escasez de combustible, esencial para las industrias, un problema que se atribuye al bloqueo genocida de Estados Unidos, que afecta la calidad de vida de la población cubana, su progreso y sus esperanzas.
Sin embargo, la resistencia del pueblo y su compromiso con la Revolución permanecieron firmes, evidenciándose en el esfuerzo colectivo de muchos, desde los barrios y consejos populares hasta las estructuras empresariales y gubernamentales. Todos laborando unidos, con inteligencia y determinación, para encontrar soluciones a los problemas.
Los trabajadores del sector eléctrico merecen la mayor reverencia. Fueron días intensos y desafiantes, hasta lograr la hazaña y dar una respuesta contundente.
El martes 23 de octubre de 2024, a las 02:44 p.m., se logró sincronizar nuevamente el Sistema Electroenergético Nacional. Se acudió a nuevas estrategias que incluían la reorganización de la generación eléctrica por regiones, para facilitar la sincronización de las unidades térmicas.
Se implementaron sistemas aislados en provincias como Guantánamo y Camagüey, y se utilizaron unidades de generación distribuida que operan con diésel y fuel-oil para garantizar servicios esenciales. Luego de varias pruebas, cumplieron con su deber.
La crisis energética dejaba su huella en la vida cotidiana, y en medio de este contexto, en el Oriente de Cuba, el cielo se tornaba gris y pesado. La naturaleza comenzaba a presagiar el inminente impacto del huracán Óscar. Su llegada el 20 de octubre trajo intensas lluvias y vientos que afectaron severamente a la provincia de Guantánamo.
Óscar avanzaba arrollador: madrugadas terribles, inundaciones en varias localidades, árboles caídos y un silencio ensordecedor donde antes había vida. La tormenta no solo traía consigo la furia de la naturaleza, sino que también exacerbaba la difícil situación.
Dejaba la huella imborrable de la pérdida de todo lo que con tanto sacrificio se logra tener. Los más afectados son aquellos que para siempre vivirán con la pérdida de un ser querido; en estos casos, no existen palabras que consuelen el dolor.
Pero los cubanos no nos rendimos ante límites ni derrotas; nos caracterizan las victorias, la solidaridad y el altruismo, reflejo de nuestra esencia. Desde entonces, resarcir los daños en la más oriental de las provincias es tarea de primer orden.
Hasta las zonas más intrincadas llegan los recursos, el apoyo mutuo y la ayuda necesaria por parte de todos los sectores de la sociedad. Rendir homenaje a aquellos que no descansaron ni un momento, los que pasaron largas noches evacuando personas y salvando vidas, y los que siguen sin dormir por restablecer el servicio eléctrico.
Los linieros, una vez más, están en la primera línea de combate para colaborar en la recuperación del sistema eléctrico de la ciudad entre Ríos. Brigadas de otras regiones del país, equipadas con herramientas y una determinación inquebrantable, se trasladan hacia las comunidades afectadas. Más que técnicos, son el pilar fundamental de la recuperación.
La colaboración entre las máximas autoridades del país, estos valientes trabajadores y el pueblo ha sido clave y decisiva en cada uno de estos procesos. Hoy, cuando todo avanza seguro hacia la normalidad, va toda la admiración y respeto a quienes batallaron.
Aquellos que abogan por el odio y la subversión no tienen cabida aquí. La promesa de no descansar es, hoy más que nunca, una realidad.
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