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Abrazos de cien mil habaneros para Palestina

Claudia Díaz Pérez
Presidencia
Los capitalinos, encabezados por el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, colmaron al amanecer de este jueves la Tribuna Antimperialista José Martí, otra vez para exigir el fin del genocidio en Gaza, la retirada de Israel del territorio ocupado ilegalmente y la entrada de ayuda humanitaria al enclave costero

“Cómo voy a vivir sin mi mamá”, “mi hijo no tiene culpa de nada, era un ángel”. Esas palabras, en las voces de las víctimas desde su escenario de vida –o más bien de  barbarie y exterminio- retumbaron al inicio del acto de solidaridad con Palestina. Silencio, lágrimas, manos al pecho, puños apretados, fueron las reacciones de los más de 100.000 habaneros, en representación del pueblo de Cuba, que por tercera vez en dos años, con su Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez al frente, acudieron de manera masiva a levantar la voz para condenar a Israel y a su cómplice Estados Unidos.

No en balde el lugar escogido fue la Tribuna Antimperialista José Martí, plaza histórica de defensa de las causas justas, que tiene al fondo la embajada estadounidense, señalada por el dedo acusador del Héroe Nacional que carga en sus brazos un niño, que bien pudiera ser hoy un pequeño de aquella tierra distante donde el ejército sionista, también con armas del Tío Sam, ha matado a más de 20.000 infantes.

Fueron los colores de la aurora habanera las mejores luces para el acto de solidaridad, donde se escuchó el testimonio de la joven palestina Razam Maleh, que tuvo a su padre y a su tío encarcelados por oponerse a la opresión israelí. Confesó el impacto que tuvo en ella la determinación de su abuela cuando exclamó “¡Viva Palestina Libre!, ¡Vivan mis hijos héroes!”, el día que su casa fue registrada por el ejército sionista.

Foto: Alejandro Azcuy Domínguez

Porque el pueblo cubano se ha formado desde su paz en el desprecio a los opresores, porque la sensibilidad martiana ordena al hombre verdadero sentir en su mejilla el golpe dado a otra mejilla, es que hay banda sonora con temas emblemáticos como “Sueño de una noche de verano”, de Silvio Rodríguez, cuyos versos en las voces infantiles de La Colmenita, resonaron en la Tribuna, “…. si capturo al culpable de tanto desastre lo va a lamentar”.

Seguidamente, una pionera cubana tomó el estrado para leer una carta dirigida a un niño palestino. Fue un mensaje directo de corazón a corazón, que resumió toda la tragedia con la inocente lucidez de quien no debería saber de estas cosas. “Mi dolor es porque ustedes corren buscando refugio, con las escuelas convertidas en ruinas… Ningún niño debería aprender primero a tener miedo que a leer”.

Y entonces, tendió un puente de consuelo sobre el océano y el dolor: “No estás solo. Aunque el cielo se oscurezca, hay niños como yo que te piensan, que te quieren, que creen contigo en la paz”.

David Adler: Gracias al pueblo cubano y a su Presidente Díaz-Canel

El acto tuvo como razón, también, reconocer la valentía y el humanismo de los activistas de la Flotilla Global Sumud que fue interceptada por Israel la semana pasada. Uno de los 450 activistas participantes, David Adler, co-coordinador de la Internacional Progresista, a pocas horas de su salida del campo de concentración sionista, envió un mensaje al pueblo cubano.

Foto: Alejandro Azcuy Domínguez

En el video, proyectado ante miles de habaneros, el joven estadounidense agradeció el cariño y el amor del pueblo cubano que ha sentido, aseguró, desde la primera hora del secuestro en aguas internacionales, hasta el último instante en la cárcel.

En particular reconoció el apoyo del Jefe de Estado cubano, “quiero agradecer con todo mi corazón las palabras y el esfuerzo del Presidente Miguel Díaz-Canel”. Comentó que los israelíes condenaron a los activistas de más de 50 países por el delito de ser solidarios, un valor que –dijo- le enseñó el pueblo de la Mayor de las Antillas.

Un mensaje a la ONU desde la sociedad civil cubana: Detengan la barbarie

En nombre de la sociedad civil cubana tomó la palabra Norma Goicochea Estenoz, presidenta de la Asociación Cubana de Naciones Unidas. Con la serenidad que da la razón, pero con la urgencia que exige el horror, exigió al Consejo de Seguridad de la ONU que “detenga la barbarie” y aplique sanciones a Israel bajo el Capítulo 7 de la Carta de las Naciones Unidas. “Su inacción… le hace lamentablemente cómplice”, sentenció, y además calificó los asaltos a las flotillas humanitarias como “actos de piratería” en aguas internacionales.

Foto: Alejandro Azcuy Domínguez

Palestina: un pueblo que no se rinde, inspirado en Cuba

Luego, el estudiante palestino de sexto año de Medicina, Abdallah Allan, habló con la elocuencia de quien lleva la patria en la piel, hilvanó la lucha de su pueblo con la epopeya cubana. “A escasos kilómetros de los bastiones coloniales, y bajo el liderazgo del Comandante Fidel, Cuba conquistó su libertad”, recordó, al establecer un paralelo poderoso. “Pero sus ataques se estrellan, una y otra vez, contra la roca firme de la dignidad” en alusión a las tantas agresiones de las que ha sido víctima de la nación antillana, por parte de Estados Unidos.

Su discurso fue un torrente emotivo. “Nosotros, querido pueblo cubano, a pesar de nuestras propias tragedias, nos unimos a ustedes con fuerza y convicción”. En una frase el futuro médico encapsuló la esencia de lo que representa la Revolución Cubana para su causa: “Cada victoria de Cuba es un rayo de esperanza para mi pueblo árabe palestino”.

Fue entonces cuando la tribuna contuvo el aliento. Abdalá pintó con palabras la desgarradora realidad de Gaza. No con estadísticas, sino con imágenes que duelen en el alma: “La imagen de la madre que llora a su hijo, muriendo de hambre ante sus ojos… Del niño que carga los restos de su hermano, convertido en mil pedazos… De la niña que sufre sola por ser la única sobreviviente de su familia”. Describió una escuela que “ya no enseña a vivir, sino a sobrevivir” y una mochila que “ya no carga sueños… sino restos humanos”. “Vida que ya no es vida”, resumió, en un susurro que varias veces se desvaneció y arrancó aplausos de apoyo.

Foto: Alejandro Azcuy Domínguez

Pero de esa desolación, extrajo también la fibra inquebrantable de la resistencia. “Es también la imagen de un pueblo que se niega a rendirse… Es esa niña que se levantará un día para ser la madre, la guerrera que horneará el pan de la vida”.

Una injusticia que se siente hondo en la juventud cubana

La perspectiva juvenil llegó de la mano de Yaliel Cobo Calvo, segundo secretario de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC). Con claridad, negó que se trate de un simple conflicto y lo definió como la continuación de la Nakba, un “proyecto colonial de despojo” con la complicidad histórica de Estados Unidos.

Recordó el dirigente juvenil al Che Guevara, cuyo espíritu, dijo, “enarboló las banderas de la lucha por la dignidad” en Palestina, y citó el entrañable consejo a sus hijos que hoy los revolucionarios perciben como un axioma: “Sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo”.

Cobo Calvo dirigió también una parte de su intervención a expresar la inquebrantable solidaridad de Cuba con el pueblo venezolano. Denunció el "asedio brutal" que sufre la nación bolivariana, el cual identificó claramente como una agresión imperialista" Fue contundente al señalar el verdadero objetivo de esta agresión es el saqueo de su petróleo y sus recursos naturales.

Foto: Alejandro Azcuy Domínguez

Asimismo, conectó esta lucha con la exclusión de Cuba, Venezuela y Nicaragua de la llamada Cumbre de las Américas en República Dominicana, un acto que calificó no como un simple gesto político, sino como una "muestra de intolerancia, de hegemonía y de arrogancia imperial". Desde la firmeza que caracteriza a la juventud cubana, sentenció: "no aceptamos cumbres que se construyen sobre la base de la imposición", una reafirmación de que el camino es la dignidad y el rechazo a cualquier intento de silenciar a los pueblos.

Números de un genocidio

Cada uno de los 20.179 niños, 10.427 mujeres y 4.813 ancianos asesinados representa un universo entero de sueños. Esta misma lógica de exterminio, que ha segado la vida de más de 250 periodistas y 1.701 profesionales de la salud, ataca sistemáticamente los pilares de la sociedad civil: hospitales, escuelas, refugios de la ONU y sitios de culto, en busca de matar no solo a los vivos, sino borrar cualquier vestigio de vida y memoria. Incluso, en las primeras horas de este jueves cuando se celebraba el supuesto alto al fuego derivado de los planes de paz del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, la masacre continuó, sumando 11 mártires y 49 heridos más a esta cuenta atroz.

A dos años y dos días de la intensificación brutal de estos ataques, Cuba recordó que no es un nuevo conflicto, ni una guerra religiosa, sino una Nakba prolongada, un proyecto de despojo y muerte que se ha perpetuado ante la mirada indiferente del mundo.

Frente a esta maquinaria de destrucción, la única respuesta posible es la que Cuba y los pueblos dignos levantan hoy: memoria inquebrantable, solidaridad férrea y unidad. Como dijera el mandatario cubano, el mismo octubre hace dos años cuando las bombas arreciaron sobre Gaza: “La historia no perdonará a los indiferentes, y no estaremos entre ellos”.

Foto: Alejandro Azcuy Domínguez
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