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Transformar nuestro mundo y cumplir los ODS es tarea de todos

Transformar nuestro mundo y cumplir los ODS es tarea de todos

Redaccion PCC
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La situación actual del cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible hasta el 2030 es desoladora. Esto exige un incremento de las acciones y la voluntad de los gobiernos para salvar la vida en el planeta

En el año 2015, la Asamblea General de las Naciones Unidas estableció los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) como una agenda global para alcanzar un futuro mejor para todos. Con una fecha límite fijada en el año 2030, estos objetivos abarcan una amplia gama de temas, desde la erradicación de la pobreza extrema hasta la acción por el clima.

Ocho años después de su implementación, se han logrado avances en algunos ámbitos, pero en una preocupante proporción de las metas, los avances han sido demasiado lentos o han involucionado. Así lo referencia el “Informe Especial del Secretario General de Naciones Unidas” sobre el avance de dichos objetivos.

Entre los diecisiete ODS aprobados, el primero centra su atención en la Erradicación de la pobreza. “Poner fin a la pobreza en todas sus formas y en todo el mundo” es el objetivo, que no carece de complejidades, aún más recrudecidas tras el paso de la pandemia de Covid-19, donde la recuperación ha sido lenta y desigual, provocando que “los avances realizados durante tres decenios den marcha atrás”.

Si las tendencias actuales continúan, en 2030 seguirán viviendo en la pobreza extrema 575 millones de personas (casi el 7 % de la población mundial), frente a los 800 millones de 2015 (10,8 %), según refiere el Informe de Naciones Unidas, que también particulariza el escenario más difícil en zonas de conflicto bélico y algunas del continente africano.

Se imponen mayores esfuerzos en este sentido. “Redirigir recursos públicos a los servicios esenciales es una de las principales intervenciones que se pueden llevar a cabo en el ámbito de las políticas para reducir la pobreza y mejorar la red de protección social. Los datos de 2021 relativos a 100 países indican que, en promedio, la proporción del gasto público destinado a servicios esenciales es de aproximadamente el 53 %, cifra que se sitúa en el 62 % en el caso de las economías avanzadas y en el 44 % en el caso de los mercados emergentes y las economías en desarrollo”, cita el documento.

Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible” da nombre al segundo Objetivo de Desarrollo Sostenible. Si bien refleja, en alguna medida, nociones referentes a los ya mencionado sobre la erradicación de la pobreza, centra su mirada en el concepto de inseguridad alimentaria.

En 2015 pasaban hambre 589 millones de personas, y en 2021 esta cifra había aumentado a 768 millones. Según las previsiones, en 2030 seguirán pasando hambre unos 670 millones de personas, es decir, el 8 % de la población mundial, mismo porcentaje que en 2015

Los datos reflejan que pese al esfuerzo de algunas naciones, mecanismos y organizaciones internacionales, el problema lejos de ceder, sigue creciendo, lo que da al traste con flagelos como la malnutrición infantil y retraso del crecimiento, el bajo peso al nacer, el sobrepeso debido a malos hábitos alimenticios, la anemia en mujeres en edad reproductiva, entre otros, más comunes en economías de ingreso bajo.

Para lograr el hambre cero de aquí a 2030 es necesario redoblar de inmediato los esfuerzos para transformar los sistemas alimentarios, garantizar la seguridad alimentaria e invertir en prácticas agrícolas sostenibles. 

El empeoramiento de las desigualdades existentes en materia de salud y el difícil acceso a la cobertura sanitaria universal, es otra preocupación reflejada en los ODS y que al día de hoy no muestra una panorámica alentadora. “Garantizar una vida sana y promover el bienestar de todos a todas las edades” es la meta que se contrapone a las estadísticas analizadas en este sentido.

Según las estimaciones, “en 2021 unos 25 millones de niños no recibieron importantes servicios de inmunización sistemática, y el número de muertes debidas a la tuberculosis y la malaria fue mayor que antes de la pandemia. Esto supone un problema en particular en los países de ingreso bajo y mediano bajo, donde los sistemas de salud ya estaban faltos de recursos antes de la pandemia. La pandemia también ha dejado patente que es necesario disponer de unos sistemas mundiales de seguridad social más sólidos para prevenir futuras pandemias y responder a ellas”.

Un ejemplo claro de esta situación es el que destaca que a nivel mundial, “la razón de mortalidad materna experimentó un descenso muy reducido, ya que pasó de 227 muertes maternas por cada 100.000 nacidos vivos en 2015 a 223 en 2020, cifra que sigue triplicando con creces la meta prevista para 2030, que es de 70 muertes maternas. Esto significa que cada día siguen muriendo casi 800 mujeres de causas prevenibles relacionadas con el embarazo y el parto”.

Los avances hacia la meta de poner fin a las enfermedades infecciosas para 2030 siguen siendo insuficientes, si bien varían en función de la enfermedad, resalta el texto, mientras según un estudio de 2020, la escasez mundial de trabajadores de la salud prevista para 2030 se redujo de 18 millones a 10 millones. Pese a que el personal de salud ha aumentado considerablemente a nivel mundial, las regiones con la mayor carga de morbilidad siguen teniendo la menor proporción de personal de salud.

Según refiere el Informe, antes de la pandemia de Covid-19 el mundo no iba bien encaminado para lograr las metas relativas a la educación. “Si no se adoptan nuevas medidas, solamente 1 de cada 6 países alcanzará el Objetivo 4: “Garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos” y logrará el acceso universal a una educación de calidad para 2030”.

Se calcula que para ese año seguirá habiendo 84 millones de niños y jóvenes sin escolarizar y que unos 300 millones de estudiantes aún no tendrán un nivel de alfabetización y de aritmética básico que les permita abrirse camino en la vida.

Por otra parte, la infraestructura escolar básica está lejos de ser universal. En 2020, según expresa el documento, carecían de servicios básicos, tales como electricidad, agua potable e instalaciones sanitarias básicas, aproximadamente la cuarta parte de las escuelas primarias. En lo que respecta a otros servicios, como equipo informático e infraestructura adaptada a las personas con discapacidad, las cifras son bastante más bajas, ya que disponían de ellos solo en torno al 50 % de las escuelas.  

En 2020 algo más del 14 % de los docentes no estaban aún calificados según las normas nacionales, y la cifra apenas había mejorado desde 2015.

Se hace urgente, repensar los sistemas educativos, y la financiación de la educación ha de pasar a ser una prioridad en las inversiones nacionales, sugiere dicho documento. 

Cuidado del medio ambiente, igualdad de género y de condiciones de vida

A pesar de la existencia de organizaciones y movimientos feministas y la denuncia de estos grupos sobre la situación de la mujer en la sociedad actual, aún son escasos y poco reconocidos los derechos y la defensa de la mujer en situaciones vulnerables. Al referirse el informe, a los esfuerzos por “Lograr  la igualdad de género y empoderar a todas las mujeres y niñas”, en el documento se reconoce que “el mundo no va camino de lograr la igualdad de género para 2030”.

La sucesión de crisis mundiales ha dejado patentes y acentuado las desigualdades de género que existen, por ejemplo, “a la hora de acceder a la atención de la salud, a la educación y a oportunidades económicas”.

Asimismo, según los datos recogidos en 2022 en 119 países, el 55 % de ellos presentaban problemas relacionados con la nula participación de la mujer en los escaños parlamentarios, no existían leyes que la protegieran en caso de una violación sexual, no poseían los mismos derechos que los hombres en cuanto a la remuneración salarial, la libre elección para contraer matrimonio o iniciar un divorcio y, un tema latente y preocupante sigue siendo los matrimonios infantiles.

Con respecto a “Garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos”,  la escasez de agua es un problema cada vez más grave en muchas partes del mundo, y los conflictos y el cambio climático lo están exacerbando.

Miles de millones de personas siguen sin tener acceso a agua potable, saneamiento e higiene, si bien se han registrado mejoras en la prestación de estos servicios básicos. De igual modo, el documento apunta que la contaminación de este recurso natural “es un desafío considerable que en muchos países afecta tanto a la salud de las personas como al medio ambiente”.

En este sentido, también se abordó la urgente necesidad de crear un marco eficaz para la gestión sostenible de los recursos hídricos, así como una coordinación entre la agricultura, la industria, la producción de energía y el consumo de los hogares en cuanto al uso del agua en aras de potenciar varios ODS, como los relativos a la alimentación, la energía y la vida de ecosistemas terrestres.

El acceso a la electricidad y a combustibles limpios para cocinar, la conexión a la red eléctrica, así como el aumento de la inversión en fuentes de energía renovables también fue otro tema en la mira de análisis para transformar nuestro mundo.

Por otro lado, el documento recoge que está siendo difícil avanzar hacia el objetivo de “Promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos”

Agregó que a fin de alcanzarlo será necesario reformar íntegramente nuestro sistema financiero, que está en quiebra moral, para hacer frente al aumento de la deuda, la incertidumbre económica y las tensiones comerciales, promoviendo al mismo tiempo la igualdad de remuneración y el trabajo decente para la juventud.

Construir infraestructuras resilientes, promover la industrialización inclusiva y sostenible y fomentar la innovación, así como rescatar y apoyar las ya creadas por los países menos adelantados que más sufrieron las consecuencias de la pandemia de la Covid-19, es otro de los objetivos propuestos a alcanzar para la agenda del 2030.

Los datos muestran que las industrias de más alta tecnología se recuperaron más rápido y resultaron ser más resilientes, lo cual indica que es necesario promover la innovación y la transferencia de tecnología de manera que beneficien a todos los países.

De igual modo, la pandemia exacerbó la desigualdad en los países y entre ellos. Un número récord de personas se están viendo obligadas a huir de conflictos y cayendo en la penuria económica. A mediados de 2022, 1 de cada 251 personas era refugiada, la mayor proporción registrada hasta el momento.

En este sentido, se requieren esfuerzos concertados para hacer frente a las causas fundamentales de las disparidades en cuanto a los ingresos y la desigualdad en el acceso a los recursos tanto dentro de los países como entre ellos.

Los grandes cambios en los patrones migratorios, como enormes movimientos de población hacia y desde las zonas urbanas, es otro fenómeno que influye en el propósito de “Lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles”.

En muchos países en desarrollo la población de los barrios marginales viene aumentando, lo cual pone en peligro la meta de lograr para 2030 viviendas adecuadas para todos.

Para lograr este objetivo –especifica el informe- que  los esfuerzos han de centrarse en fortalecer la capacidad de planificación del desarrollo urbano, ampliar el acceso al transporte público y mejorar la gestión de residuos.

Cambio climático, paz y sostenibilidad económica

La meta de reducir a la mitad el desperdicio y las pérdidas de alimentos per cápita parece inalcanzable. Según el informe, es evidente la disminución de los instrumentos normativos que apoyaban la transición hacia modalidades de consumo y producción sostenibles, además, existe una disparidad regional, ya que más del 50 % de los instrumentos corresponden a Europa y Asia Central.

Otro tema de vital importancia para eliminar el hambre en el mundo es la pérdida de los alimentos. Según las estimaciones, en 2021 la proporción de alimentos que se perdieron tras la cosecha —en la granja o durante el transporte, el almacenamiento, la venta al por mayor o la elaboración—, en general debido a las deficiencias estructurales de los países, fue del 13,2 %, cifra sin cambios con respecto a la de 2016.

Las alarmas ante una inminente catástrofe climática cada vez suenan con mayor fuerza.  La vida de  más de 3.000 millones de personas peligra ante la posibilidad de incumplir la meta de limitar el calentamiento futuro a 1,5 ºC. Lograrlo requiere que las emisiones de gases de efecto invernadero deben reducirse a la mitad para el 2030, lo que al ritmo actual es imposible. La temperatura mundial ya ha aumentado 1,1 ºC a raíz del incremento de las emisiones de gases de efecto invernadero, que en 2021 alcanzaron el máximo histórico.

A pesar de que se ha logrado la disminución constante de personas fallecidas o desaparecidas a causa de desastres, el número de afectados por estos es cada vez mayor, por cada 100.000 personas pasó de 1.198 entre 2005 y 2015 a 2.113 entre 2012 y 2021.

El número de países con estrategias nacionales para la reducción del riesgo de desastres pasó de 55 en 2015 a 126 a finales de 2021. Sobre esa base, 118 países han reportado tener un cierto grado de coherencia normativa con otros marcos mundiales, como la Agenda 2030 y el Acuerdo de París.

La acidificación de los océanos, mares y recursos marinos se mantienen al alza, Los recursos pesqueros siguen viéndose amenazados por la sobrepesca, la contaminación, la mala ordenación y otros factores, como la pesca ilegal. La tendencia sigue deteriorándose con respecto a la meta de 2020 de restablecer las poblaciones de peces hasta un nivel biológicamente sostenible.

Las noticias sobre el objetivo 15 que busca proteger, restablecer y promover el uso sostenible de los ecosistemas terrestres no son mejores. Con un tono que puede catalogarse de catastrófico, el informe advierte que el  mundo se enfrenta a una triple crisis planetaria, producida por el cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad. En 2001 la superficie forestal del planeta era del 31,9 %,  en el 2020 representaba el 31,2 %.

Como elemento positivo se encuentra que en los últimos años la proporción de las zonas marinas, terrestres, de agua dulce y de montaña clave para la biodiversidad incluidas en zonas protegidas ha seguido aumentando. Aunque esto ha venido sucediendo con una marca disparidad regional.

Existe un deterioro en la tendencia hacia la meta de detener la pérdida de biodiversidad, la extinción de especies quizás sea el efecto más fundamental de la actividad humana en la naturaleza.

Entre las causas que influyen en que las estrategias y los instrumentos aprobados por las naciones para revertir esta tendencia no logren sus objetivos podemos mencionar  a los conflictos armados o violentos. La cuarta parte de la humanidad vive en zonas afectadas por conflictos, y hasta mediados de 2022 se habían visto desplazadas a la fuerza más de 100 millones de personas, más del doble que hace diez años. Un dato demoledor es que en 2021 hubo 458.000 víctimas de homicidio a nivel mundial, la cifra más alta de los últimos 20 años.

Una información alentadora es que, en 2020, el número de víctimas de la trata detectadas a nivel mundial disminuyó por primera vez en dos décadas, aunque advierte que durante la pandemia las medidas de control disminuyeron  lo que exige una mayor observancia de este asunto. El informe también advierte que  en el 2022, 13.988 civiles murieron a causa de conflictos armados. Esto representa un incremento del 53% con respecto al 2021.

Por otra parte, la financiación para el desarrollo sigue siendo un gran desafío, en particular en los países de ingreso bajo. Muchos países en desarrollo están lidiando con una inflación récord, el aumento de los tipos de interés y una amenazante carga de la deuda, prioridades contrapuestas y poco margen fiscal. Existe la posibilidad de que el crecimiento económico se resienta debido a que el nivel de endeudamiento de las economías avanzadas y de ingreso bajo y mediano alcanzó un nivel récord durante la pandemia.

La situación actual del cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible hasta el 2030 es desoladora. Esto exige un incremento de las acciones y la voluntad de los gobiernos para salvar la vida en el planeta y enfrentar problemas que afectan a la humanidad como la pobreza,  el hambre y la desigualdad de género. Superar la triple crisis climática y lograr un desarrollo que permita la armonía entre economía y naturaleza es imperante para garantizar la supervivencia de las futuras generaciones.

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