Sin educación no puede haber Revolución

“El día feliz ya llegó. Vuelta a las aulas, a las clases, a los amigos, a la certeza de que valen todos los esfuerzos y sacrificios para ver el futuro llenándose de luz. Felicidades Cuba porque, cueste lo que cueste, todas tus escuelas siguen abiertas”, fue el mensaje del Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez a los niños y jóvenes que inician hoy el curso escolar.

Cuba reconoce en la educación universal, gratuita y de calidad la piedra angular de su desarrollo. A pocos años del triunfo revolucionario se emprendieron la campaña de alfabetización, la reforma universitaria, y la fundación de los primeros centros de investigación científica.

Fidel concibió la educación como uno de los ejes fundamentales en la estrategia orientada a la conquista de la soberanía, la justicia social y la necesaria lucha contra el subdesarrollo.

El futuro de la sociedad en la que vivimos depende en gran medida del resguardo de este principio y del constante perfeccionamiento del sistema educativo que hoy tenemos.

"(...) sin educación, realmente no puede haber Revolución. Y la Revolución alcanzará tanto más avance y tanto más éxito, cuanto más trabaje en el campo de la educación, cuantos más técnicos competentes, hombres, administradores competentes, maestros, técnicos, cuadros revolucionarios, tenga. Y en eso está lo fundamental", dijo Fidel con esa sabiduría tan oportuna que era parte de su esencia como ser humano y como revolucionario.

Los procesos educativos no quedan fuera de las dificultades que vive el país en los tiempos que corren, y que se han arreciado en los últimos años. El déficit de cobertura docente y de material escolar y el deterioro de la infraestructura de algunos centros escolares son algunos de los más acuciantes problemas que se enfrentan en este sentido.

Sin embargo las políticas tanto del partido como del estado cubano siguen apostando porque las metas, las alegrías y los sueños estén presentes cada principio de septiembre.

En declaraciones recientes, la Ministra de Educación, Naima Ariatne Trujillo Barreto, aseguro que se trabaja para recuperar la duración del período lectivo, siendo este el primer curso, después de la etapa de pandemia, que va a tener una extensión de 46 semanas, lo que lo acerca a la presencialidad total. El empeño va también en perfeccionar los planes de estudio, potenciar la formación integral, y seguir apostando por la superación profesional para los maestros, así como por su atención y estimulación.

Sin dudas, y pese a las carencias, Cuba defiende como prioridad suprema la educación, el reto de las instituciones y los actores que intervienen en este proceso está, más que nada, en reivindicar el “cómo”.

Fortalecer un sistema educativo que se cimente en los valores, en la capacidad de enseñar a pensar, que de relevancia a la autonomía, que sea inclusivo y  emancipador, que recurra a métodos creativos, que consiga educadores implicados y con verdadera vocación, son algunos de los desafíos recurrentes.

Por otra parte, queda en nosotros, los padres, madres, abuelos, estudiantes y en cada uno de los implicados en la educación como paradigma y como práctica, la participación activa, la crítica que aporta pero también la implicación consiente.

Parafraseando al Comandante en Jefe, nos corresponde también a nosotros el papel de enseñar, de preparar el porvenir, de nosotros depende en buena medida “el puñado de semillas que se siembra en el surco de la Revolución para hacer el porvenir”.