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Orgullosamente soberanos desde aquel 10 de octubre

Orgullosamente soberanos desde aquel 10 de octubre

Daina Caballero Trujillo
PCC
La cuestión es que desde aquel 10 de octubre, ser cubano no es un gentilicio, ser cubano es un sentimiento de apego, de reafirmación, de coraje, de dignidad, de orgullo inquebrantable que perdura en el tiempo y es aprehendido por cada generación.

Soberanía e independencia más que conceptos resultan sentimientos que conviven intrínsecamente ligados a la vida de cualquier cubano. Luchar por seguir siendo independiente es en Cuba un acto que se vuelve cotidiano.

Hace exactamente 155 años comenzó el levantamiento del pueblo cubano para alcanzar su definitiva independencia.  El 10 de octubre de 1868 se legitimaba la esperanza de la victoria, la confianza en los ideales justos y la certeza de un país mejor. El sentido de Patria comenzó a ser una aspiración alcanzable y la nación se entendió como un derecho legítimo de quienes habitaban estas tierras.

Más de un siglo después, los cubanos y cubanas somos herederos de aquel sueño, que se hace palpable hoy; cómplices de una historia de lucha que cimenta nuestras raíces y que es, quiérase o no, parte indiscutible de nuestro carácter, proyección y principios.

La Cuba de hoy, plural, batalladora, victoriosa, asediada, en constante proceso de transformación se enfrenta a otros combates, ya no con machetes y a galope, pero guerras al fin.

Sucede que la resistencia de esta Isla, si bien es faro para muchos, ha sido también el ejemplo más certero del fracaso para otros que intentan coexistir bajo las premisas del coloniaje y la prepotencia del saqueo.

Ante una historia signada por el bloqueo de Estados Unidos, una invasión mercenaria, la guerra biológica, todos los métodos imaginables de subversión, cientos de intentos de descabezar el proceso político mediante el asesinato de los dirigentes, las guerras mediáticas y los intentos de desestabilización interna, de provocar el desaliento y quebrar la voluntad, Cuba se levanta.

No está exenta esta nación de errores desafortunados, de crisis provocadas por factores disímiles, de pérdida de valores, pero como dijera Fidel hace más de veinte años -justo cuando sus nociones sobre la necesidad de batallar con las ideas signaron la pauta de cómo enfrentar al enemigo- : “Los cubanos podemos sentirnos orgullosos (…) de la responsabilidad histórica adquirida por nuestro pueblo en su larga lucha por la libertad y la justicia”.

Y así lo siente ese cubano que trabaja de sol a sol porque su país prospere, ese otro que dice no querer estar, pero que al fin y al cabo echa pie en tierra y sigue la lucha, y aquellos muchos que aún fuera de su terruño se dejan la piel en la defensa a ultranza ante quienes intentan mancillar el sentido de ser cubano.

La cuestión es que desde aquel 10 de octubre, ser cubano no es un gentilicio, ser cubano es un sentimiento de apego, de reafirmación, de coraje, de dignidad, de orgullo inquebrantable que perdura en el tiempo y que es aprehendido por cada generación.

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