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Foto: Tomada de PL

La caída de Guiteras en El Morrillo

Ariel Pazos Ortiz
PCC
Guiteras había nacido casi 29 años atrás, el 22 de noviembre de 1906, en Filadelfia, Pennsylvania, Estados Unidos, pero desde niño vino a Cuba con su familia. Matriculó Farmacia en la Universidad de La Habana en el curso 1923-1924, momentos de rebeldía e inquietud en la casa de altos estudios.

El 8 de mayo de 1935, alrededor de El Morrillo, viejo fortín abandonado en la costa norte de Matanzas, cayó Antonio Guiteras. Quien había ocupado importantes roles de gobierno, terminaba sus días rodeado en desigual combate mientras intentaba salir hacia México para organizar desde allá una revolución.

Guiteras había nacido casi 29 años atrás, el 22 de noviembre de 1906, en Filadelfia, Pennsylvania, Estados Unidos, pero desde niño vino a Cuba con su familia. Matriculó Farmacia en la Universidad de La Habana en el curso 1923-1924, momentos de rebeldía e inquietud en la casa de altos estudios. Participó en algunas protestas estudiantiles y apoyó el movimiento en torno a la huelga de Mella en 1925. Su nombre se inscribió entre quienes rechazaron la prórroga de poderes de Gerardo Machado, pues, a nombre de la Escuela de Farmacia, carrera de la que se graduó, firmó un Manifiesto del Directorio Estudiantil Universitario contra ese proyecto antipopular.

Una vez egresado de la Universidad de La Habana, no se desligó de las luchas contra las injusticias y las problemáticas estructurales de la nación: continuó el camino que lo llevaría a ser el protagonista de las medidas más avanzadas del Gobierno de los Cien Días. Él provenía de una familia que, por la parte cubana, estuvo relacionada con el proceso independentista criollo y por la vía materna, con el movimiento independentista irlandés, según ha revelado la investigadora cubana Francisca López Civeira.

Cuando se desató la llamada Revolución del 30, fue convocado a integrar el gobierno provisional que sucedió al corto mandato de Carlos Manuel de Céspedes y Quesada. Asumió, en un primer momento, las carteras de  Gobernación y Obras Públicas, a las que poco tiempo después se añadió Guerra y Marina, determinantes esferas del poder. López Civeira, gran conocedora de esta etapa del pasado cubano, ha explicado:

“Como había estado en levantamientos, se le vio con posibilidades de asumir esta posición, muy complicada, porque era el mando militar. Debía haber una depuración del Ejército, la Marina y la Policía, cuya jerarquía había estado muy vinculada a Machado. Sin embargo, hubo grandes dificultades por la falta de unidad dentro del gobierno”.

En efecto, el que pasó a la historia como Gobierno de los Cien Días fue una administración heterogénea, en la que se representaban distintos sectores de la política doméstica. Mientras Guiteras pulsaba para las medidas de mayor impacto social, Fulgencio Batista, jefe de las fuerzas armadas, sostenía diálogos no autorizados con la embajada estadounidense y se acercaba, cada vez más, a los intereses oligárquicos. En ese escenario, Ramón Grau San Martín, el presidente, se encontraba en una perenne indecisión, sin dar pasos audaces hacia la izquierda o la derecha.   

Guiteras fue consciente de estas contradicciones. Se percató de que el gobierno se movía entre la reforma y la revolución. Como consecuencia, el ex estudiante de Farmacia pretendió, sin éxito, sustituir a Batista al frente del ejército y crear, dentro de las instituciones armadas, la Infantería de Marina, un cuerpo que fuera más afín a las corrientes de izquierda, de acuerdo a lo que se lee en el libro Historia de Cuba. La neocolonia. Organización y crisis desde 1899 hasta 1940, del Instituto de Historia de Cuba.

La falta de autoridad del presidente conllevó a que mientras Guiteras acrecentaba con sus leyes progresistas la preocupación del imperialismo y los grupos conservadores internos, Batista urdiera eficazmente la conspiración que desembocó en golpe de Estado en enero de 1934. El primer cubano en intervenir desde el gobierno una empresa estadounidense asentada en la Mayor de las Antillas —la Compañía Cubana de Electricidad— pasó a la clandestinidad después de tres meses en la investidura. Tras el golpe de la reacción y la embajada estadounidense, ninguna opción desde adentro quedaba a quien tenía clara la línea de —palabras de la historiadora López Civeira— “una política a favor de los humildes, contra el dominio de los monopolios norteamericanos y de independencia nacional”.  

Inclinado hacia la línea insurreccional revolucionaria desde los tiempos de la lucha contra Machado, fundó en mayo de 1934 la agrupación Joven Cuba, desde la cual organizó una vasta red clandestina, cuyas acciones contra el nuevo poder se redoblaron en la segunda quincena de marzo y abril de 1935. El texto Historia de Cuba. La neocolonia… plasma que el Comité Ejecutivo Central de Joven Cuba:

“(…) acordó establecer de inmediato, en una finca que la organización había adquirido en México, un centro de entrenamiento al cual Guiteras y un grupo de sus hombres debían trasladarse, y acelerar la compra de las armas y pertrechos bélicos necesarios para que una expedición procedente de México, bajo el mando de Guiteras, desembarcase en Oriente y diera inicio a la lucha armada revolucionaria con el apoyo de sus comandos urbanos”.

El hombre más progresista del Gobierno de los Cien Días preparó su salida por la bahía de Matanzas junto a varios seguidores. Debían partir en el yate Amalia desde la propicia zona de El Morrillo. Sin embargo, producto de una infiltración, los expedicionarios fueron rodeados por tropas leales a Batista. Guiteras y el ex coronel sandinista Carlos Aponte cayeron baleados. Los demás resultaron prisioneros. Con la caída de Guiteras, el movimiento revolucionario de los años 30 sufrió un golpe del que no pudo reponerse.

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Antonio Guiteras

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